Unas vacaciones en Mendoza pueden convertirse para el viajero en los días más absolutamente increíbles de su vida.
Para comenzar, si llega por aire, ya desde el avión podrá avistar la cima nevada de un coloso: el Cerro Aconcagua, vigía sobre un valle donde confluyen ríos y arroyos de inusitado ímpetu y que transportan el bien más preciado en un entorno al que el cielo bendice con la lluvia en contadas ocasiones. Hablamos, claro, del agua que en Mendoza se transfigura en una riqueza escasa pero que hace fructificar el jardín en que los mendocinos han transformado su ciudad.

Vacaciones en Mendoza: ¿Qué hacer en Mendoza durante unas vacaciones?

¿Qué tal si comenzamos por un recorrido a lo largo de la propia ciudad? Las calles mendocinas proporcionan al paseante la fragante sensación de estar caminando por entre las frondas de un bosque, formado por especies adaptadas a la aridez de un entorno ganado al desierto y que se nutre con agua transportada a través de centenarios canales.

Eucaliptos, álamos, plátanos, fresnos o arces sirven como pulmones implantados hace siglos en esta ciudad jardín. No sólo las calles y avenidas se han convertido al verde. Las plazas de Mendoza son muchas, todas ellas famosas y queridas por suponer puntos de encuentro, de amistad y de cultura.

Porque ésta es otra excelente razón para pasar unas vacaciones en la capital del vino, la música, el teatro… las artes, en definitiva, son parte de la vida del mendocino y del cuyano, que tienen inserto en sus genes un código que les permite entender y disfrutar de todas ellas en todo momento.

Ya fuera de la ciudad, sería un pecado no acercarse al menos hasta las faldas del impertérrito Aconcagua, la mole eterna protectora del valle. Una vez allí, y gracias a agencias especializadas como Kahuak, es sencillo decantarse por alguna de las actividades que se ofrecen al viajero.

A un buen nadador y aventurero le seducirá sin duda un descenso en rafting por el Río Mendoza, por sus rápidos blancos, tocando sus imponentes riberas. Una inyección de emoción en estado puro.

Pero no es necesario ser tan osado, querido viajero, si lo que le atraen son los plácidos paseos a lomos de caballos dóciles, pedalear sobre una bicicleta de montaña o simplemente caminar y respirar el limpio aire andino. Siempre va a encontrar rutas adaptadas a sus peculiaridades físicas. Siempre irán complementadas con la guía de profesionales expertos, material de primera calidad y refrigerios varios.

Estos profesionales, tras días de mil aventuras, pueden también introducir al visitante en el sugestivo mundo del vino. De todos es conocido que la región produce algunas de las variedades de caldos más apreciadas en el mundo. De hecho, es notorio que su Malbec es quizás, el mejor del planeta. Los entendidos dicen que su cultivo en terrazas y la amplitud térmica, es decir las grandes diferencias de temperatura que se producen a lo largo de un mismo día, le confieren unas características únicas que han convertido a este vino en un lujo exquisito en las mesas de todos los continentes.

Pues bien, degustar esta delicia en los mismos campos donde se cultivan las viñas, en las mismas cavas en las que el tiempo fermenta la uva, está al alcance del viajero que lo desee, gracias a multitud de ofertas que desde las bodegas, en colaboración con agencias y hoteles se le dispensan para hacer de sus vacaciones en Mendoza un hito en sus recuerdos.

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